Cueva del Gigante
Aprovechando la visita a la Región de Murcia para visitar la sima de La Higuera, decidimos completar el fin de semana desplazándonos hasta la costa para visitar la Cueva del Gigante.
Desde Pliego nos desplazamos hasta Portús, donde en el mismo parking se puede pernoctar. Éste se encuentra junto al poblado de Portús y con acceso directo a su playa, una cala rodeada de altas paredes rocosas y de aguas tranquilas que invitan al baño y al kayak.
Al día siguiente empezamos temprano la aproximación, que nos lleva a atravesar una playa nudista para enseguida subir por la única senda posible. Senda que sigue la línea de costa y que a veces se hace complicada de distinguir, debemos fijarnos en los diferentes hitos y en las flechas blancas para no perderla.
Una vez llegados a una pequeña explanada, debemos abandonarla para subir siguiendo un escarpe rocoso hasta de nuevo encontrar una serie de hitos los cuales nos llevan a un destrepe. Tras este debemos bajar con tendencia a la derecha siguiendo unos hitos y por senda poco marcada hasta encontrar la boca superior de la cueva.
Y es que esta cueva, antigua mina, tiene esta pequeña boca superior que tras una serie de rápeles nos lleva a la planta inferior donde se abre una gran boca al pie del acantilado unos metros por encima del nivel del mar.
La boca superior, pequeña y con un pasamanos en fijo con cable de acero, rápidamente nos conduce a la cabecera del primer rápel: de unos doce metros y volado nos deja en una sala de suelo arenoso y en declive.
Debido a ello es aconsejable no abandonar la cuerda hasta la siguiente cabecera, ya que unos pocos metros más abajo se abre un pozo vertical a nuestra derecha.
Sin respiro y a lo largo de 3 rápeles más de entre 25 y 30 metros, descendemos el pozo arrampado que nos deja en la sala inferior inundada por la luz que irrumpe a través de la entrada inferior.
Esta cueva depara una grata propina: si decidimos recorrer la galería inferior pronto llegamos a un lago interior de aguas termales.
Tras el baño de rigor nos volvemos a colocar el arnés pero esta vez haciendo uso de un disipador ya que es necesario progresar por una miniferrata (equipación justa para asegurarnos) para poder volver subir el acantilado y ganar el acceso a la senda de retorno.
Ascendemos los 15 metros que flanquea con tendencia a la izquierda que pronto nos deja en una senda expuesta que pronto nos lleva a la explanada en la que antes nos desviamos para entrar por boca superior.
Sólo nos queda desandar en el camino que en algo menos de una hora nos lleva de nuevo al parking.
Actividad amena, sencilla pero completa, y solamente recomendada para cuando el calor no apriete.
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