Ya es domingo. Último día de actividad. Todo lo bueno se acaba, pero si se acaba con estilo, mejor.
Y terminar un excepcional viaje a Cantabria con una visita al sistema Vallina es hacerlo con mucho estilo.
Travesía cortita que nos asoma a una red de salas, pozos y galerías que a día de hoy cuenta con casi cuarenta kilómetros topografiados.
A eso de las diez ya estamos en el parking. Desde Arredondo es fácil llegar en menos de 10 minutos por carretera y pista en buen estado. De allí a la boca de Vallina nos separan diez minutos más caminando por la misma pista.
Boca de grandes dimensiones que da acceso a una gran sala que en ligero pero franco declive nos emboca a la gatera de entrada a la galería Vallina. Esta gatera, famosa por poder sifonarse, nos la encontramos totalmente seca incluso con las lluvias que han caído los últimos días.
Enseguida nos encontramos el primer obstáculo vertical: un pozo de diez metros cuya cabecera se encuentra al final de un pasamanos en fijo que nos ayuda a franquear una resbaladiza rampa.
Una vez en su base ya nos encontramos pisando la galería Vallina. Enorme en sus dimensiones, nos va dirigiendo en dirección este. Sorteando caos de bloques y un destrepe equipado, llegamos a la grimpada de veintitrés metros que debemos realizar por la derecha. Una vez arriba podemos admirar las dimensiones colosales de esta galería dirigiendo la mirada sobre nuestros pasos.
Continuamos caminando en la misma dirección sorteando diversos obstáculos hasta la primera bifurcación. Seguimos en la dirección que llevamos, bajando una rampa de techo bajo al principio para llegar al segundo pozo.
Pasamanos en fijo para montar un rápel de doce metros, que nos permite alcanzar una repisa con un nuevo pasamanos que nos asegura el acceso al P18.
Una vez abajo ahora sí nos toca agacharnos un poco para discurrir por la larga galería de La Unión. Poco a poco vamos recorriéndola. A veces caminando encogidos debido a su techo inclinado, a veces erguidos; pero también a cuatro patas en algún punto.
Alcanzamos la sala de techo alto en la que localizamos el pozo de trece metros tras descender una pronunciada rampa arenosa. Arribamos a su cabecera siguiendo una cuerda en fijo que nos ayuda a escalar un resalte de tres metros. Mediante un desviador en fijo este rapel nos permite alcanzar limpiamente el suelo.
Desde su base dirigiéndonos en dirección SSE localizamos la rampa descendente donde notamos la corriente de aire que le da nombre: windy corner.
Las galerías, ya de dimensiones más modestas, concrecionadas y bastante más húmedas, nos dirigen hacia el sur de manera inequívoca hacia Nospotentra. Sólo hay dos puntos a tener en cuenta, pero gracias a los hitos, lo pisado del terreno y la corriente de aire, es fácil dar con la continuidad.
Encontramos la gatera ascendente que nos saca al exterior, desobstruida para facilitar el acceso a la red, que se encuentra en la base del P13.
En quince minutos nos encontramos en los coches tras sortear el desnivel desde Nospotentra hasta la carretera.
Actividad de tres horas en total que cierra este espectacular viaje por tierras cántabras.
Nuestro agradecimiento al restaurante-albergue Coventosa, y a Margarita. No hay vez que no vayamos que no nos traten de manera excepcional.
P.D. Algunos se quedaron con mono y decidieron hacer una visita rápida a Coventosa para ver Los Gours y La Sala de los Fantasmas. La claridad del exterior los recibió con un aguacero que los acompañó hasta el coche pero que no les oscureció el estado de ánimo en ningún momento.
Fin de un viaje que nos ha dejado a todos con muchas ganas de más. Pelacanyons volverá……
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