Reseña Cueto Cárabo Mina Esperanza (19/04/2025)
El sábado amaneció con un cielo cubierto de nubes pero sin lluvia. Un viento leve soplaba con componente norte pero sin llegar a hacerse desagradable. La predicción no era buena para ese día y la noche había pasado dejando lluvias a lo largo de buena parte de ella.
Sin embargo, el día aguantó. Aunque el cielo se mantuvo cubierto en ningún momento nos llovió. Y eso era una buena noticia.
Cueto Cárabo Mina Esperanza es una travesía considerada de iniciación y no por ello deja de ser bastante interesante. Los números hablan por sí mismos: doscientos metros de pozos para desembocar en el cauce del río Cárabo y seguirlo, para luego buscar la conexión con la mina Esperanza a través de una serie de galerías y salas que tras un cierto recorrido nos lleva a ascender a través de pasos equipados en fijo y con grapas a modo ferrata, hasta conseguir alcanzar el túnel de Esperanza a través de un paso desobstruido.
A nuestra particular expedición compuesta por Julio, Minerva, Carlos y yo, Félix, se unen Javi y Sara, llegados a última hora de la tarde del viernes.
A las nueve y media iniciamos el acceso al parking de retorno de Mina Esperanza, el cual se sitúa en el término de Lanestosa. El gps nos juega una mala pasada y nos lleva por caminos que se cortan, hasta que lo hacemos a la antigua usanza y damos con él mapa en mano. Hacemos combinación de coches y, una vez dejado el coche en el parking de aproximación, comenzamos a caminar para dar con la boca en diez minutos. Ésta se halla en el fondo de una dolina de fácil acceso.
Comienza la instalación con un pasamanos de aproximación que nos deja en la cabecera del primer rápel de ocho metros para a continuación tirar un diecisete con el que se alcanza la cabecera del pozo de Damocles, un rápel de catorce en cuya base se encuentra un estrecho meandro desobstruido.
A partir de aquí tenemos los pozos IGN. Una serie de pozos encadenados que de manera elegante nos van dirigiendo hacia nuestro destino. Un P13 deja paso a un P6 que rápidamente se precipita mediante un rápel de doce metros hacia un pasamanos que con dos P8 sucesivos nos dirigen a sendos P20, P22 y P16.
Llegamos a los últimos pozos. Con cuatro rápeles más, alcanzamos el pozo Gavari. Cuarenta y cinco metros volados nos dejan justo encima del cauce del río Cárabo.
Hacemos parada técnica para comer algo y guardar las cuerdas, las cuales ya no las necesitaremos más; y enseguida nos ponemos a recorrer la parte horizontal de esta travesía siguiendo la dirección del río y los reflectantes que nos marcan la dirección a seguir en todo momento. Hay que decir que si no fuera por estos reflectantes junto con los hitos, esta travesía sería verdaderamente complicada de hacer puesto que es bastante perdedora al discurrir entre muchos caos de bloques y cambios de nivel.
Siguiendo el río aguas abajo llegamos a dos resaltes equipados en fijo que nos permiten salvar ambos desniveles de manera segura. Tras ello continuamos un rato más siguiendo el río hasta que los catadióptricos nos llevan a hacer una escalada por bloques y a encontrar un paso gateroso. Este paso nos lleva hasta la sala Metralleta, la cual atravesamos dejando un desfonde a nuestra izquierda.
A partir de aquí la travesía se convierte en un constante subebaja y cambios de dirección, que llevados por la línea de reflectantes no supone gran problema, pero que sin ellos verdaderamente sería muy complicado el orientarse.
Finalmente comenzamos a ascender ya de manera clara. Pronto encontramos la primera línea de grapas que poco a poco nos van llevando a la impresionante sala Igone, ésta de un volumen considerable.
Seguimos ascendiendo por algunas grapas y cuerdas fijas hasta llegar a una sala de techo bajo. La recorremos y enseguida notamos tiro de aire, al que seguimos hasta dar con la línea de grapas que ahora ya sí de manera vertical nos permiten ascender rápidamente el pozo Gudarisco. Sólo nos queda atravesar el paso desobstruido que nos conduce a la Mina Esperanza y recorrer sus casi cuatrocientos metros para salir al exterior.
En diez minutos llegamos al parking de retorno, eso sí, track en mano.
Travesía muy recomendable que tiene un poco de todo: pozos fraccionados que nos permiten desplegar las técnicas de progresión con cuerda doble, gateras, caos de bloques, trepadas, orientación… Una buena actividad escuela para perfeccionarnos en las travesías facilitado por el grado de señalización tan abundante y el magnífico trabajo en su equipamiento.
Y en un tiempo contenido. Un grupo de seis la hicimos en siete horas sin prisas.
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